Hoy me he despertado de madrugada con una desazón interior de lo más desagradable. Me he levantado pensando que el placer de una buena taza de café me ayudaría a ahuyentar ese miedo invisible que poco a poco se nos está colando a todos bajo la piel en estos días de pandemia.
El café ha cumplido su promesa y mientras lo saboreaba en silencio se me han escapado un par de suspiros de esos que salen de muy adentro…
Y de repente he sentido la necesidad de comer algo reconfortante. Cuando se es intolerante a la lactosa y al gluten tienes que reflexionar bastante, sobre todo en los desayunos. He recordado que tenía boniatos asados en la nevera y he comprendido que algo bueno iba a suceder, al menos en mi cocina!
Me encanta el boniato, sobre todo con el café. ¿Lo habéis probado alguna vez? Es una combinación mágica, algo así como el café y el chocolate.
Suelo tener carbohidratos complejos como el boniato en la nevera para potenciar el efecto del almidón resistente. También he descubierto que tenía arándanos que el día anterior se me habían olvidado meter al congelador y ahora estaban descongelados en el frigo y que necesitaba utilizar. He pensado en el contraste de la acidez de los arándanos y en la suavidad del boniato y he sabido que no podía fallar.
Ingredientes:
- 1 Boniato mediano
- 2 cucharadas de arándanos frescos o descongelados
- 1 cucharada de láminas de almendra
- 1 pizca de canela
Indicaciones:
- Asar un kilo de boniatos al horno, a 170º durante unos 25 minutos; todo dependerá del grosor de los boniatos al que le haremos unos pequeños cortes laterales para favorecer la cocción.
- Cuando estén listos, dejar enfriar y se guardan en el frigo durante al menos 24 horas para que su almidón se vuelva resistente. Este paso es optativo.
- Al día siguiente colocar el boniato abierto y con piel en un bol o vaso de cristal.
- En una sartén caliente tostaremos las láminas de almendras a las que añadiremos una pizca de canela.
- Añadir los arándanos y las almendras sobre el boniato.
El resultado es uno de esos desayunos que levantan suspiros de Enero. A nivel de texturas no decepciona. Las almendras crujientes y todavía calientes contrastan con la tersura del boniato y de los arándanos. La acidez de los arándanos se apodera del paladar al tiempo que queda neutralizada por la dulzura del boniato y de la canela.
Ummm tenéis que probarlo…He mirado a través de la ventana y he visto cómo salía el sol. Quizás después de todo hoy no sea un mal día.
Misbamia