Las zanahorias son probablemente una de las verduras más aceptadas por bebés y niños. Quizás sea por su color brillante o por su sabor suave. Esta raíz está muy presente en nuestra dieta mediterránea; es deliciosa, económica , la encontramos en el mercado una gran parte del año (mayo-enero) y además es realmente nutritiva.
Su color anaranjado nos indica que es rica en betacarotenos, el precursor de la vitamina A. Esta vitamina protege nuestra piel gracias a sus propiedades anti-inflamatorias; resulta especialmente importante para mantener las mucosas y el sistema digestivo en buen estado así como para proteger la vista contra la ceguera nocturna. Por este motivo se suele recomendar a personas que sufren de gastritis, ardor de estómago, diarreas, úlceras o problemas de visión.
Su consumo en crudo es muy beneficioso para todo el mundo pero en especial para personas con obesidad o sobrepeso que tengan problemas con los mecanismos de saciedad. La zanahoria rallada es ideal para niños pequeños que la prefieran cruda.
Si bien es cierto que el contenido en vitamina C es mayor si la consumimos en crud, su cocción no afecta las propiedades de los betacarotenos. Hervidas o al horno son ideales en dietas blandas contra la diarrea o enfermedades relacionadas con el sistema digestivo.
A nivel de minerales, la zanahoria es rica en potasio y magnesio, fósforo o calcio.
A la hora de comprar en el mercado, pídelas con sus hojas verdes porque son un indicio de estar más frescas. Su piel debe ser fina y tersa. Si ves que están poniéndose verdes, descártalas. De la zanahoria se aprovecha todo, la piel es rica en vitamina A, las hojas puedes trocearlas finamente y añadirlas a la ensalada o el caldo.
Naranjas, moradas o blancas, hervidas, asadas o crudas son todas una delicia!
Misbamia