Me consta a que a mucha gente le da cosilla cocinar pescado porque huele, porque pringa y porque está considerado algo difícil de cocinar. Sin embargo es muy importante que no dejemos a un lado y que nos alejemos de las sacrosantas barritas de pescado congeladas que no saben más que a rebozado.
Ayer fui al súper y encontré unas fantásticas sardinas plateadas que me decían cómprame cómprame!!! y así lo hice. El pescadero que me atendió resultó ser un chico sordo-mudo, que al ver mis pintas de guiri me sonrió con una sonrisa de oreja a oreja y me dijo entre señas que si quería que me las limpiara.
Resulta increíble pensar que me sentí más comprendida con un egipcio sordo-mudo que hablando con uno sin problemas de audición. Diez años viviendo en estos lares y todavía tengo que lidiar que problemas lingüísticos.
Las sardinas me recuerdan a mis padres. A mi padre porque le encantan y a mi madre porque tiene un talento con ellas que pa’ ké. El caso es que volví con unas preciosas sardinas, unas coquinas y una sonrisa en la cara pensando en mi próximo post.
La dificultad vino no ya al cocinarlas, que es realmente sencillo, sino al hacerles las fotos sin que parezcan cadáveres y al mismo tiempo resistir ese olor magnífico y no comértelas antes.
Yo no sé cómo lo harán los fotógrafos estilistas, pero a mí me ha costado lo mío.Lo bueno de estas sardinas es que puedes comerlas tanto frías como calientes y si conseguís pan sin gluten para un bocata, añadirles un poco de lechuga de roble o rúcula y un poco de cebolla y esto se convierte en un bocatto di cardinale.

Ingredientes
250 g de sardinas frescas
1 puñadito de perejil
3 ajos
1 chorrito de vino blanco (facultativo)
4 cucharadas de aceite de oliva extra-virgen
sal y pimienta
Indicaciones
- pasar bajo el grifo de agua las sardinas para asegurarse de que están bien limpias de escamas y restos. Recordar que siempre es mejor hacerlo incluso si el pescadero ya las ha lavado previamente.
- Secarlas un poco con papel absorbente.
- Sal pimentar
- Picar finamente el perejil y los ajos.
- Calentar en un cazuela el aceite y echar las sardinas.
- Cuando las sardinas estén un poco marcadas, darles la vuelta y añadir el perejil y el ajo.
- Cuando el ajo empiece a cambiar de color, echar un chorrito de vino.
- En este momento la cocina debe impregnarse de un olor fantástico.
- Para evitar que los sabores se mezclen sacudir de la sarten y cubrir unos minutos con una tapa.
Listo!
Misbamia