La huella de carbono de los alimentos, o huella alimentaria, es el conjunto de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por el cultivo, la cría, la agricultura, el procesamiento, el transporte, el almacenamiento, la cocción y la eliminación de los alimentos que se consumen.
¿Cómo un sistema alimentario puede impactar la huella de carbono?
Todo alimento conlleva una huella de carbono. Sin embargo, algunos alimentos producen más GEI que otros, dependiendo de cómo han sido cultivados, producidos, transportados o distribuidos.

Tal y como observamos en este gráfico existen varios factores a tener en cuenta a la hora de calcular la huella de carbono alimentaria. El uso de la tierra (verde), el tipo de explotación granjera (marrón), el tipo de alimentación animal (naranja), el procesamiento alimentario (azul), transporte (rojo), distribución (amarillo), envasado (gris).
De arriba a abajo observamos los alimentos que más huella de carbono producen es la carne de vaca y el cordero y los que menos los frutos cítricos y las nueces.
A simple vista constatamos que lo que más impacto tiene en la huella de carbono es en verde el uso de la tierra ( cambios en la biomasa del suelo por deforestación y en los niveles de carbono del mismo suelo) y en marrón el tipo de explotación granjera (metano emitido por las vacas, el metano del arroz, las emisiones de los fertilizantes y el uso de maquinaria para la agricultura), mucho más que el transporte, la distribución y el envasado.
El análisis de estos datos es un tema de una gran controversia y con muchas variables a tener en cuenta. Todavía es necesario continuar con la labor de investigación para crear consenso a nivel global.
Quizás alguno de vosotros estéis pensando que al fin y al cabo los elementos que más contaminan no dependen del ciudadano medio sino de las grandes compañías y de los estados y que por consiguiente la responsabilidad individual es muy reducida en el impacto de la huella de carbono.
Obviamente el tema es de una gran complejidad y pone en la palestra el debate de la responsabilidad pública vs la responsabilidad individual.
Pienso que la mayoría de nosotros estamos de acuerdo sobre la necesidad de vivir de manera más sostenible para paliar los efectos nocivos del calentamiento climático. Como ciudadanos deberíamos exigir a nuestros representantes políticos que tomen las medidas necesarias para reducir las emisiones de GEI ya. ¿Deberíamos conformarnos con eso? Aquí ya entramos en un debate ético y personal.
En mi opinión todo podemos contribuir justamente con lo que sí depende de nosotros: con nuestras opciones alimentarias (quizás consumiendo menos carne, aumentar el consumo de frutas y verduras), consumiendo productos locales o de cercanía, comprando en mercados más que en supermercados https://comocomodiet.wordpress.com/2020/10/06/10-razones-para-hacer-tu-compra-en-mercados-locales/, reciclando cuando nos sea posible. Valores que además podemos transmitir a nuestros hijos. Cada uno a su ritmo, cada paso cuenta …
Quizás alguno de vosotros crea que esto no sirve de nada. Yo soy de las que piensan que no se debe forzar a nadie. Sin embargo, el pensamiento crítico y la toma de decisiones sostenibles nos ayudan no solo a estar más sanos sino a avanzar hacia una sociedad más consciente y solidaria con las generaciones venideras, elementos a tener en cuenta.
Misbamia