Hoy os voy a hablar de una hierba aromática cuyo nombre no le hace justicia: Allium schoenoprasum alias cebollino.
A saber a quién se le ocurrió llamar a una planta tan delicada un nombre tan ceporro ¿verdad? Bueno, es cierto que proviene de la familia de la cebolla pero no sé, podrían haberle dado un nombre más poético.

Siempre me ha encantado cocinar con esta hierba aromática por su gusto refinado entre el puerro joven y la cebolla tierna y su aroma delicado. Gastronómicamente trabajar con esta hierba es una gozada porque realza cualquier tipo de ensalada o sopa a un nivel espectacular. ¿Que te ha salido un sopa un poco aburrida? Con unos champiñones portobelo y un poco de cebollino crudo la arreglas fijo!
Personalmente es un complemento ideal en cualquier plato al que queráis dar un toque asiático sino-japonés. Es importante recordar que nunca hay que echar este manjar primaveral directamente a la olla del cocido, pues se perderían sus propiedades antioxidantes y sus vitaminas. Insisto, siempre debéis echarlo directamente sobre el plato o el bol de sopa como si fuera para decorar. Lo mismo con los arroces y carnes.
Si además tenéis la suerte de encontrarlo en flor no dudéis en comprarlo porque realzará cualquier ensalada con una nota estética insuperable. A nivel fitológico podemos apuntar que el cebollino tiene propiedades antibióticas por lo cual su uso resulta interesante durante resfriados, gripes y bronquitis. Asimismo, el cebollino también tiene unas interesantes propiedades excretoras porque estimula el páncreas, el hígado y la vesícula.
Misbamia